lunes, 27 de agosto de 2012

Educación en tiempo de Crisis.


El sector educativo aparece como uno de los grandes perdedores potenciales de esta crisis. Cabe preguntarse si es de verdad lo más inteligente centrar en la educación el sacrificio de los recortes sociales y, desde luego, cuáles serían las consecuencias a corto y a medio plazo. Muchos tememos que las conquistas en materia educativa de los últimos quince años podrían perderse.
La experiencia de crisis económicas anteriores demuestra que los individuos, familias y países más ricos tienden a aumentar su gasto en educación en tiempos de recesión, aunque sea un poquito. Los más pobres, sin embargo, tienden a reducirlo. Así, aunque el efecto más inmediato de las crisis sea el de una aparente reducción de las desigualdades de renta, es precisamente esa asimetría respecto de la inversión educativa la que planta las semillas de una mayor desigualdad futura. Y es que, cuando llegue el tren de la recuperación económica, serán los países que hayan mantenido y reforzado sus inversiones en educación quienes estarán en mejores condiciones de subirse a ese tren. La mayor parte de los empleos que hoy se están perdiendo en nuestras economías no van a regresar en el nuevo escenario post-crisis. Sólo una educación de calidad, centrada en las capacidades y competencias necesarias en una economía intensiva en conocimiento, puede permitirnos tomar ese tren de la recuperación, y a ser posible en el vagón de primera clase. La decisión está en si queremos aprovechar la crisis para tomar mejores posiciones o si nos vamos a limitar a sufrirla.

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